Marcel Tietz adora cambiar de aires

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El camionero de las mudanzas.

Para empresas grandes, familias pequeñas, millonarios… Marcel Tietz y su Actros 1843 dominan todo tipo de mudanzas.


Viajar es algo que Marcel lleva en la sangre: «Mi padre era marinero», cuenta este hombre de 41 años. Sin embargo, él empezó su camino con una formación como instalador eléctrico. Como no encontraba puesto fijo, recibir la oferta de trabajar como conductor para la empresa Krügel Umzuglogistik, fundada en 1897, fue una auténtica suerte. Algo que está muy bien si a uno le pica el gusanillo de los muebles, como cuenta Marcel riendo.


Marcel Tietz recorre Europa con su Actros 1843. Muchas veces, las mudanzas también se realizan dentro de Hamburgo.


Un tándem deportivo.

Otra ventaja de su trabajo: la mayoría de las veces viaja con un compañero con el que se entiende muy bien. «Siempre hay buen ambiente entre los dos», dice Marcel. Una o dos veces por semana hacen mudanzas de larga distancia, a Suiza o Francia. «Como dormimos en la cabina, siempre es mejor que estemos en la misma longitud de onda».

Para los dos es importante que la cabina esté limpia y ordenada («los libros siempre están su sitio») y, cuando hay tiempo, lavan juntos el camión. Además, ambos llevan una alimentación saludable. Para Marcel, eso significa que los domingos por la noche en casa se preparan filetes rusos y que su novia le prepare bocadillos. Además de eso, se añade mucha verdura en su fiambrera. «A veces me llevo las zapatillas de correr de viaje. Además, juego al fútbol y hago entrenamiento de tonificación con regularidad».


Marcel Tietz.


Siempre algo diferente.

A Marcel le encanta tratar con los clientes. «Siempre sorprenden. Muchos se ponen nerviosos de alegría, otros se estresan». Además, Marcel y su compañero ven muchos sitios apenas accesibles a turistas. «Es maravilloso ver nuevas zonas», opina. «Los castillos de Francia son espectaculares».

En la memoria se le ha grabado, por ejemplo, cuando fue a por un semirremolque el día de la fiesta nacional de Suiza: «hubo unos fuegos artificiales preciosos, y luego abrieron las puertas de la sede del Gobierno en Berna. Tuvimos un día auténtico de turismo».



Trabajando también en casa.

En casa le espera su compañera, su hija de ocho años y su hijo de seis. «A él le entusiasma mi trabajo», comenta el orgulloso padre. Sobre todo, cuando puede acompañar a su papá.

Sin embargo, a Marcel no solo le espera la familia en Winsen an der Luhe, a las puertas de Hamburgo. Hasta 30 veces al año está de servicio como miembro de los bomberos voluntarios, para lo que practica dos veces al mes. «Soy el maquinista; en caso de incendio manejo la bomba y la luz». Y también conduce el camión de bomberos, por supuesto.


Fotos: Christoph Börries

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