Andrea y Mike finalizan su viaje extremo. Y ya están de nuevo en la carretera – Parte 13

Serie: 4-Xtremes

Prolongación.

Tras una etapa final en los Balcanes y un encuentro con el equipo RoadStars, los Kammermann vuelven a Suiza. ¡Pero no por mucho tiempo! Parte 13 de nuestra serie.


Para el último relato 4-Xtremes, escribimos desde Alemania. Más concretamente, desde un aparcamiento a las orillas del Neckar, en algún lugar entre Stuttgart y Heidelberg. Quien eche un vistazo a la zona del mapa que se encuentra un poco más abajo, verá que nos hemos apartado de nuestra ruta. En cierta manera, esto encaja con el transcurso de todo nuestro viaje, que tampoco ha salido exactamente como lo planeamos en un principio. Pero vayamos por partes.

El último mes de nuestro viaje, que ha durado casi un mes, tenía un par de problemas preparados para nosotros, pero también algunos momentos realmente geniales. Lo más desagradable ha sido, sobre todo, que cuanto más nos acercábamos a Suiza, más difícil nos resultaba encontrar lugares donde aparcar durante la noche. Cada vez estábamos más «apretados», y cada vez había más vallas impidiéndonos acceder a los lugares bonitos. En Serbia, desde donde escribimos el mes pasado, pasamos la última noche en un antiguo paso de montaña, y lo mismo ocurrió en el país vecino, Bosnia-Herzegovina. Allí tuvimos que conformarnos generalmente con aparcamientos en carreteras secundarias.


Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.
Pista de trineos, zocos y minarete: en Bosnia-Herzegovina, los Kammermann volvieron a tener la oportunidad de hacer turismo en abundancia, y de viajar por caminos muy estrechos.

Paseo por la pista de trineos abandonada.

Antes de la capital, Sarajevo, viajamos por estrechas carreteras de montaña hasta llegar a un destino turístico especial: la pista de trineos abandonada de los Juegos Olímpicos de invierno de 1984. Por suerte, el tráfico era casi nulo, por lo que era agradable conducir. Solo nos encontramos con un par de agricultores, que nos saludaron amablemente. En esos momentos, nuestro camión verde militar nos resultó algo inapropiado, al fin y al cabo, el país había pasado por una guerra terrible no hace mucho tiempo. Aun así, fue una experiencia estupenda pasear por la pista de trineos decorada con grafitis, y volver a subir jadeando.

Continuamos desde allí, ahora otra vez en el Axor, y bajamos la montaña hasta el centro de Sarajevo. El zoco de la ciudad nos recordó mucho el tiempo que pasamos en Turquía y en Irán durante los primeros meses. Y, en Sarajevo, la guerra sigue estando presente de forma visible: en muchos edificios todavía pueden verse agujeros de balas. Llegó la hora de marcharse de la ciudad. Llegamos a Mostar y a las cascadas de Kravica por la ruta turística.



Rodaje en la isla de Krk.

En Croacia, paramos primero en la playa. Durante varios días, nos quedamos en un promontorio. En un lado había un río que nos proporcionaba agua fresca y, en el otro lado, una tranquila cala de agua maravillosamente cristalina, como es típico de la parte croata del Adriático.

En la isla de Krk también conseguimos un lugar fantástico para establecer nuestro campamento: una cantera abandonada, de nuevo junto al agua y, a nuestras espaldas, el enorme puente que conecta la isla con el continente. También fue en este lugar donde quedamos con el equipo RoadStars para grabar en vídeo un repaso de nuestro viaje. Nos dedicamos a recorrer toda la isla durante dos días para grabar tomas en diversos lugares.



Sin ganas de terminar la aventura.

Tras el rodaje, debíamos volver finalmente a Suiza, vía Eslovenia e Italia. Pero, francamente, tratamos de retrasar la vuelta tanto como pudimos. Como es lógico, después de un año, teníamos ganas de volver a ver a nuestra familia y amigos. Pero, al mismo tiempo, no queríamos que terminara la aventura.

Por esa razón, recorrimos toda la costa de Istria y disfrutamos del calor y de la salada brisa marina. En Eslovenia también buscamos un lugar donde dormir. Y eso a pesar de que solo debíamos pasar brevemente por este país de camino hacia Italia, algo que habría sido posible tranquilamente en una hora.



Casi 47 000 kilómetros recorridos.

Pero, al final, no pudimos retrasarlo más y cruzamos la frontera suiza en Chiasso. Dejamos que sellaran e invalidaran nuestro Carnet de Passage, que habíamos necesitado para entrar con el Axor en algunos de nuestros países de destino, y un impresionante panorama montañoso nos dio la bienvenida. La Suiza más típica. Nuestro primer destino era el lago de Walen, al sudeste de Zúrich. Allí fue donde, el año pasado, pusimos a cero el cuentakilómetros para iniciar oficialmente nuestro viaje. La cifra en el momento de la conclusión oficial: 46 968 kilómetros.

Por cierto, no decimos que después pusimos rumbo «a casa» deliberadamente, pues nuestra casa ha venido con nosotros todo el tiempo. Durante las dos primeras semanas, nuestros planes estuvieron repletos de buena comida con amigos y familia. Por suerte, pudimos aparcar en el terreno de nuestros amigos, por lo que ya no tuvimos que buscar más lugares en los que estuviera permitido pernoctar.


Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
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Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
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Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.
Recibimiento con panorama montañoso y nueva puesta en marcha: tras solo dos semanas en Suiza, Andrea y Mike parten de nuevo. El destino: todavía desconocido.

Naturalmente, todas las esquinas y las calles nos resultaban conocidas, pero aun así todo parecía distinto a como era antes del viaje. Resultaba extraño escuchar a otras personas hablando alemán suizo. Teníamos que tener cuidado con lo que decíamos en lugares públicos, porque de repente todo el mundo nos entendía. Muchas cosas nos resultaban excesivamente caras, y al hacer la compra nos sentíamos abrumados por la oferta.

Mientras las ruedas giren, todo irá bien.

Y después, tras dos semanas, decidimos ponernos en marcha otra vez. En un principio, pensábamos salir hacia Holanda en junio y hacerle allí una visita a nuestro carrocero, Bliss Mobil. En lugar de eso, decidimos empezar un poco antes y ver primero algo de Alemania. Nuestro primer destino fue Stuttgart, donde se encuentra el museo Mercedes-Benz. Incluso pudimos aparcar el Axor justo delante del edificio mientras visitábamos la exposición. Y, ahora, nos encontramos en el Neckar, sintiéndonos solos desde hace tiempo, y volviendo a pensar en el viaje.

El último año ha pasado volando. Hemos visto y vivido tantas cosas… No somos conscientes de ello hasta que volvemos a ver las fotos o a leer nuestros propios relatos. No nos habíamos dado cuenta de que algunas aventuras fueron realmente aventuras hasta más tarde, cuando se las contamos a nuestros amigos tomando el aperitivo. Durante nuestro viaje, las situaciones complicadas, como los desvíos forzados, eran nuestro día a día y tratamos de afrontarlas lo mejor posible.

Hemos aprendido muchísimo, y eso ha despertado en nosotros todavía más ganas de seguir descubriendo el mundo. Todavía no tenemos planes concretos de futuro, eso nos da, sin duda, un poco de miedo. Para nosotros, lo ideal sería poder combinar el trabajo y los viajes. Una cosa es segura: no importa que nuestro siguiente destino no sea tan exótico y desafiante como los pasados meses; mientras las ruedas giren, todo irá bien.




Fotos: 4-Xtremes, Alexander Tempel
Vídeo: Alexander Tempel

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