Diez cilindros, 16 litros de cilindrada. El LPS 1632
Reportaje
La cabina cúbica dejó una huella indeleble en el diseño de camiones, y el motor diésel V10 desplegaba una potencia casi impensable en su época. Michael Kluck deseaba a toda costa poseer un 1632.
Un número que causaba furor en el transporte de largas distancias a principios de los años setenta: 1632. La cabina cúbica se ofrecía por primera vez como cabina basculante; bajo la misma se alojaba el primer motor en V de Mercedes‑Benz con diez cilindros y casi 16 litros de cilindrada. «Los conductores no cabían en sí de orgullo», explica Michael Kluck, transportista de Hannover. Y él lo vivió muy de cerca. Su tía dirigía una empresa de transportes, así que durante su infancia pasó más tiempo en las cabinas y en el taller que en su habitación y en el parque infantil. «Cubríamos la ruta entre Hannover y Passau. Esos 80 CV adicionales en comparación con los vehículos predecesores acortaban la duración del recorrido en unas tres horas», afirma este empresario transportista. Por cierto, el motivo que llevó a desarrollar la serie de motores 400 fue una iniciativa legal. El gobierno alemán estaba preparando una normativa que obligaría a partir de 1972 a contar con 8 CV por tonelada de peso del tren de carretera. Para un vehículo de 38 toneladas, eso habría supuesto un mínimo de 304 CV.
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