Ejemplar, y no sólo al volante de su Arocs: Thomas Rebhan

Reportaje

Un profesional ejemplar.

Thomas Rebhan suministra virutas de madera a grandes clientes y a particulares. La revista ROUTE le ha acompañado un día entero a bordo de su Arocs 3248.

El Arocs de la empresa Sturmberger, de Wartberg an der Krems, va cargado de virutas de madera, mantillo de cortezas y pellets de alta calidad de producción propia.


En el fútbol se suele hablar del lenguaje corporal de los jugadores. Por sus movimientos se puede saber si un jugador tiene un buen día o no. La expresión de la cara refleja el grado de motivación: según cómo reacciona ante una ocasión fallida se puede saber si se está empleando a fondo o no. En el caso de Thomas Rebhan, el resultado de este análisis se resumiría en dos palabras: «profesional ejemplar». Este camionero de 34 años se gana la vida conduciendo camiones para la empresa Sturmberger, de Wartberg an der Krems, en la región de Traunviertel (Alta Austria). Y le apasiona su trabajo.

Es algo que salta a la vista cuando nos encontramos con él en Niederneukirchen, a unos 35 km al noreste de la sede central de Sturmberger en Wartberg. Allí, a las afueras de esta localidad de 2.000 habitantes, Thomas está ocupado preparando una manguera.



Junto a él, su nuevo y flamante Arocs 3248 con superestructura específica para el transporte de virutas de madera. Enfrente, una planta de producción gris con un silo de 20 metros de altura listo para albergar el material combustible transportado en el camión. Thomas Rebhan acopla concienzudamente la manguera del tubo telescópico al vehículo con un conector de rosca; en el otro extremo fija un tubo flexible corto. Cada movimiento se ejecuta con precisión. Un último repaso para asegurarse de que todo está bien, y acto seguido coloca el tubo telescópico (hasta entonces tendido en horizontal) en posición vertical. ¡Empieza el espectáculo!

Thomas Rebhan puede poner en marcha y controlar el proceso mediante el mando manual de la bomba dispuesto en la cabina. A golpe de botón, el compresor empieza a aspirar hasta 35.000 litros de aire por minuto y simultáneamente a bombear al interior del silo de 0,7 a 0,8 metros cúbicos de virutas de madera. El Arocs vibra ligeramente, y un zumbido deja traslucir el enorme esfuerzo que se está llevando a cabo a espaldas de Thomas.

Su cometido consiste en vigilar la operación de bombeo. Para ello cuenta con dos monitores, situados por encima de la consola central, que transmiten a la cabina las imágenes captadas por tres cámaras. Se puede ver, por ejemplo, cómo va disminuyendo la cantidad de madera troceada contenida en la superestructura y lo que sucede detrás del vehículo. Seguridad ante todo. También podría activar la cámara instalada en la grúa para tener una visión general. Por ejemplo, al aplicar mantillo de cortezas desmenuzadas, una operación que muchas veces se realiza fuera del campo visual.


Thomas Rebhan ejecuta cada movimiento con precisión; aquí le vemos preparando la descarga de su Arocs.


Thomas Rebhan activa cada cierto tiempo uno de los cuatro tornillos sinfín de la superestructura mediante el mando manual de bombeo. De este modo se esponja el material. A través de un piso móvil, las virutas de madera pasan a otro tornillo sinfín antes de descender a un nivel inferior por un canal de caída. Desde allí, dos tornillos sinfín transportan el material hasta el extremo final del vehículo, donde una rueda —«lo que vendría a ser el corazón del sistema», como explica Thomas— hermetiza el aire y las virutas de madera se bombean a la manguera.

«Parece más complicado de lo que es», dice, y asegura que cuando maneja el mando manual muchas veces lo hace «a ojo». «Con el tiempo se va aprendiendo qué botón hay que pulsar en cada momento. Por ejemplo, cuando el ruido de la bomba cambia ligeramente o el vehículo empieza a balancearse de forma apenas perceptible.» Es preciso interpretar de forma correcta el lenguaje gestual del camión de 4 ejes y de la bomba para poder manejarla debidamente.

El jefe de la empresa, Franz Sturmberger, también domina esta técnica. Hace más de 20 años se hizo autónomo; lo único que tenía era un tractor, una troceadora de madera y una visión de la producción de virutas de madera. Desde entonces sigue su camino con decisión, pese a las múltiples dificultades. «Cuando alguien decide probar algo nuevo, provoca inquietud en su entorno», asegura Franz Sturmberger al recordar los comienzos de su empresa. «Pero es importante no dejarse confundir; en caso contrario estamos perdidos.»

Sturmberger lo sabe por experiencia. Poco después de crear su empresa decidió invertir en un Mercedes-Benz 1928 SK con tracción integral, que «estuvo a su lado a las duras y a las maduras durante muchos años» y que sentó la base de la empresa que hoy en día da empleo a 50 personas. «El vehículo nunca me ha fallado, y ese es otro de los motivos por los que desde entonces he seguido siendo fiel a la marca de la estrella.»



La empresa cuenta actualmente con un parque móvil de 24 camiones. Su actividad principal es la producción, el transporte y la venta de virutas de madera, mantillo de cortezas y pellets de alta calidad. Estos últimos se producen en una planta propia situada en Wels. Su hijo Bernard es quien lleva las riendas de esta fábrica. Florian, otro de sus hijos, es el responsable del taller y del parque móvil de la central de Wartberg. Es evidente su pasión por los Mercedes: «La calidad de los vehículos es excepcional; el consumo de combustible, bajo; el valor de reventa, alto, y tanto la red de servicio postventa como las condiciones de garantía son buenas. No hay nada que objetar a los vehículos. Al contrario.»

También Thomas Rebhan habla maravillas de su camión. «Sobre todo el radio de giro es asombroso, lo cual es una gran ventaja en un vehículo de casi doce metros de largo; por ejemplo, en cruces estrechos.» Y en su trabajo diario, consistente en suministrar material a grandes clientes y a particulares en su domicilio, muchas veces tiene que hacer frente a condiciones adversas. «En las ciudades a veces hay que maniobrar en espacio reducido», señala. «Y en invierno puede haber hielo en la calzada, si es necesario un suministro en zonas remotas en las que no pasan los servicios quitanieves.»

Thomas Rebhan desciende ágilmente de la cabina de su Arocs. Va a la parte trasera del vehículo, desacopla la manguera y guarda todas las herramientas en su sitio. Thomas trabaja como una fiera, pero no olvida nunca la precaución debida en su profesión. Su rostro denota total concentración. Hay que tener cuidado de no olvidar la llave de acople. ¡Listo! Se apoya en el vehículo y resopla aliviado. No cabe duda: el austriaco disfruta con su trabajo. Se emplea a fondo y está plenamente motivado. Tal como se espera de un profesional ejemplar.

Fotos: Bubu Dujmic

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