Juan Manuel Espinosa transporta 30 000 litros de aceite de oliva extra

Reportaje

Exquisito producto.

Andalucía cuenta con una de las mayores superficies de olivar del mundo. El aceite de oliva que se produce en la región es una especialidad cuyo transporte se realiza principalmente en camión. En ruta con Juan Manuel Espinosa.

El semirremolque y el Actros están relucientes: en la industria alimentaria, todo está limpio.


España a principios de año: lluvia, heladas nocturnas, niebla matutina. El termómetro apenas supera los cinco grados —nada que se parezca menos al típico clima mediterráneo. De hecho, en las zonas de montaña del interior de Andalucía el clima se caracteriza por bajas temperaturas y precipitaciones en forma de nieve en invierno.

Los 375 kW del impecable Actros 1851 de Juan Manuel Espinosa empujan al camión cuesta arriba. Afortunadamente, la A-4 es de tres carriles, de manera que los demás vehículos pueden adelantar de manera segura. Antes de llegar a la cima, Predictive Powertrain Control reduce el suministro de combustible para aprovechar la energía cinética del vehículo en la bajada. La aguja del velocímetro indica 60, 70 80 km/h. Juan Manuel acciona el retardador en la palanca de mandos derecha para disminuir la velocidad del camión en la pendiente —más adelante se ha quedado parado un coche, y uno de los carriles está bloqueado.



Juan Manuel echa un vistazo al carril opuesto, toca el claxon tres veces y levanta la mano en señal de saludo. “Ese era Alfonso, un amigo mío. También hace transportes para María y está volviendo a Mengíbar”, dice el conductor de 22 años. María Álvarez es la propietaria de la empresa Sermatran. “Sermatran pone a disposición los semirremolques y la carga, pero no tiene tractoras. Es ahí donde entramos nosotros en juego”, dice Juan Manuel. El Actros que conduce pertenece a su padre Antonio. Pronto, la pequeña empresa familiar contará con un segundo camión que será solamente para Juan Manuel. De esta manera, padre e hijo podrán realizar transportes en paralelo.

El joven conductor está de camino a Italia, un tramo que conoce a la perfección. “Hago esta ruta cada dos semanas. Antes de cumplir los 21 años acompañé a mi padre innumerables veces”, explica. Poco antes de la hondonada, el sistema previsor del Actros vuelve a aumentar la velocidad y así proporcionar al vehículo el empuje necesario para subir la próxima colina. La carga —30 000 litros de aceite de la máxima calidad, alrededor de 27 000 kilogramos— tira del camión en la dirección contraria.


30 000 litros de aceite de oliva fluyen por el semirremolque. Francesco Fernandes (izda.) del almacén de Mengíbar ayuda a conectar la manguera.
30 000 litros de aceite de oliva fluyen por el semirremolque. Francesco Fernandes (izda.) del almacén de Mengíbar ayuda a conectar la manguera.
Solo tiene 22 años, pero ya lleva años de marcha en la cabina: Juan Manuel Espinosa.
Solo tiene 22 años, pero ya lleva años de marcha en la cabina: Juan Manuel Espinosa.
Un trabajo limpio en todos los sentidos: un depósito de agua ubicado en el semirremolque permite incluso lavarse las manos cuando sea necesario.
Un trabajo limpio en todos los sentidos: un depósito de agua ubicado en el semirremolque permite incluso lavarse las manos cuando sea necesario.

“El aceite de oliva es un regalo —un producto exquisito que además proporciona trabajo a mucha gente, también a nosotros”, dice Juan Manuel. España es el mayor productor de aceite de oliva del mundo. Las superficies de cultivo se concentran en Jaén, Málaga, Córdoba, Granada y Sevilla —aproximadamente 175 millones de olivos en una extensión de dos millones de hectáreas. El centro de producción de aceite de oliva es la región de Jaén, donde se encuentra el municipio de Mengíbar. Los fenicios trajeron los olivos a España, los romanos perfeccionaron su cultivo y los moros son los responsables de su exquisito sabor y de su nombre en español: aceituna. “Para la calidad es decisivo que las aceitunas sean elaboradas directamente después de ser recogidas del árbol. De las aceitunas que caen al suelo se obtiene aceite de menor calidad”, explica Juan Manuel. La mejor calidad es “virgen extra” y es la que el conductor lleva a bordo —el destino es una embotelladora ubicada en las cercanías de Génova.


“Marina”, el nombre de la madre de Juan Manuel, se puede leer en letras plateadas en el frontal de la cabina. Los asientos acolchados en tonos claros con detalles en negro hacen juego con el revestimiento del suelo adornado con la estrella —no hay duda de que ésta es una zona de confort y descanso. Por encima del equipo de radio se ven dos imágenes de santos: los ángeles de la guarda de Juan Manuel y su padre Antonio. “A los doce años ya sabía que quería ser conductor. Ya entonces acompañaba a mi padre en sus rutas”, dice Juan Manuel.

Limpieza a fondo después de cada viaje.

En todos esos años no solo aprendió a planificar las rutas, sino que también pudo familiarizarse con todos los trabajos que debe realizar un conductor —maniobrar, aparcar, acoplar y desacoplar los semirremolques, limpiar el semirremolque después de cada viaje y de cada carga. Tras entregar el aceite de oliva, los Espinosa regresan a España con leche, chocolate líquido, zumo concentrado de naranja o vino.

Un vistazo a través del parabrisas revela, sin embargo, que de este último hay suficiente en España —en la región de Castilla-La Mancha, los viñedos han desplazado a los olivares.

Las escarpadas montañas han cedido su lugar a suaves colinas. El camión se desplaza sorteando las amplias curvas de la Autovía del Sur, eje radial entre el centro y el sur de España y principal vía de comunicación entre Andalucía y Europa. El Actros avanza con 1 200 revoluciones por minuto y Juan Manuel sonríe —conducir es un placer.


Actros y olivos —España es el mayor productor de aceite de oliva del mundo.


En este tramo, el término densidad de tráfico parece provenir de otro mundo. Apenas se divisan los camiones por delante y por detrás del Actros de Juan Manuel. La misma imagen en el carril opuesto, tan solo algún que otro vehículo —condiciones que son sinónimo de relajación total. Sin embargo, Juan Manuel va plenamente concentrado. De repente realiza una rápida maniobra para esquivar a un perro que está cruzando la autopista con un conejo en la boca. “Siempre hay motivos para permanecer alerta”, comenta el conductor.


El timbre del teléfono interrumpe sus pen­samientos. María, propietaria de Sermatran y abuela de varios nietos, lo está llamando: “¿Cómo va todo? ¿Dónde estás?” “Todo bien. Acabo de pasar Tébar, voy a hacer una pausa y a tomar un café”. “¡Perfecto, adelante!”

Juan Manuel acciona el intermitente y toma la Autovía del Este en dirección a Valencia. El silbido del turbocompresor indica que el Actros está suministrando toda su potencia —acercándose al Mediterráneo abundan las pendientes. Al costado del camino parpadean las señales de advertencia: “Precaución – Rachas de viento”. La cabina es sacudida por fuertes ráfagas. No hay duda de que ha llegado el momento de hacer una pausa.



«El aceite de oliva es un regalo: está buenísimo y nos da trabajo.»

– El conductor del Actros, Juan Manuel Espinosa


Al día siguiente el viento ha cesado como por arte de magia. En Barcelona, Juan Manuel continuará camino a Génova en ferry. El mar calmo promete una travesía tranquila.

La noche anterior, el conductor hizo pausa en Tarragona. Después de llenar el depósito de combustible del Actros y descansar once horas continuó su viaje rumbo a la metrópolis de Barcelona. El tráfico matutino contrasta fuertemente con el relajado viaje de ayer.



Juan Manuel ha calculado tiempo de sobra y llega a la terminal una hora y media antes de la salida del ferry. “Aquí hay que tener paciencia”, dice. Mientras espera, coge un paño y limpia el suelo de la cabina. Ni una miga, ni una mota de polvo —el vehículo de Juan Manuel luce como nuevo. Pero es que así debe ser en la industria alimenticia —las tractoras y los semirremolques deben brillar: por dentro y por fuera.


Un Actros y un buque azul: listo para embarcar en el ferry, dirección Génova.


Fotografías : Sebastian Vollmert
Vídeo : Martin Schneider-Lau

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