Rüdebusch utiliza el Arocs en terrenos accidentados

Economía y logística

Alunizaje en la región del Harz.

Rüdebusch apuesta por el Arocs cuando se trata de circular por terrenos accidentados. Es la solución ideal para este especialista en transportes y construcción, con sede en Braunschweig. Una empresa en expansión que no se puede permitir interrupciones en sus actividades.

Extrovertido. Un «dumper» vuelca material fresco, y el Arocs se prepara para la carga.


Si dirigimos la mirada al suelo de gravilla color antracita lleno de surcos y avanzamos unos pasos hasta asomarnos al borde del inmenso cráter, borrando con la imaginación la estrecha franja de coníferas que se ve a lo lejos... podríamos pensar que hemos ido a parar a la luna. Un vehículo pintado en rojo intenso se abre camino trazando huellas en el suelo con sus neumáticos. Sobra decir que esta escena no se sitúa fuera de la atmósfera terrestre. Aun así, el paisaje es impresionante. Se trata de la mina de diabasa de Huneberg, una cantera cercana a Bad Harzburg, en la zona sur de la Baja Sajonia. El «vehículo lunar» es una tractora Arocs de tracción integral con artesa basculante, que acaba de llenar una cargadora sobre ruedas con gravilla fina. El árido se encuentra amontonado formando una especie de paraje montañoso. «La diabasa es un mineral típico de la región del Harz. Es de gran dureza y resistencia. Por esta razón se emplea como sustrato para construir carreteras o fabricar asfalto», explica Arne Buhle, el conductor del Arocs.

Los jefes de Buhle, Hans-Hermann Rüdebusch y su hijo Wieland, no sólo poseen este vehículo, sino que han adquirido nada menos que 28 Arocs para el negocio familiar. Además de tractoras de dos ejes con tracción integral, la flota incluye volquetes de tres ejes. Todos los Arocs tienen una potencia de 330 kW. El parque móvil de la empresa de Braunschweig abarca más de 210 camiones pesados, la mayoría de los cuales luce la estrella en la parrilla del radiador. Los recorridos como el de hoy, cargando áridos para la construcción de carreteras y para obras públicas, forman parte de las tareas principales.

«Nosotros encargamos el Arocs en cuanto estuvo disponible, pues confiamos en la marca Mercedes-Benz», relata el jefe junior, Wieland Rüdebusch. Una inversión que se rentabilizó en un tiempo récord. «Es un vehículo excelente para trabajar a pie de obra y para circular por cualquier terreno. Sale adelante aunque el suelo esté enfangado o anegado», afirma Rüdebusch hijo, de 32 años. Además, el Arocs es sensacional en el apartado del consumo de combustible. «El ahorro fuera del asfalto y en tramos montañosos es enorme.»


A cubierta. Arne Buhle, empleado de Rüdebusch, coloca una lona para evitar que la mercancía se salga de la artesa.


Arne Buhle confirma estas palabras. Uno de sus cometidos es instruir al volante a los demás conductores, unos 250 en total. «Un conductor bien instruido consigue al volante del Arocs una media de 32 a 35 litros, según la dificultad de la tarea de transporte.» Para evaluar el consumo, todos los camiones de la empresa cuentan con el servicio análisis del uso del vehículo de FleetBoard. Buhle acaba de subir con el camión cargado a la báscula de la cantera. La pantalla digital indica casi exactamente 40 toneladas de masa total. Ahora, el conductor extiende una lona sobre la carga y la asegura con cintas a ambos lados de la artesa. El vehículo ya está listo para volver a Braunschweig, a más de 65 kilómetros de distancia.

Allí fue donde Hans-Hermann Rüdebusch fundó la empresa en 1978, con un solo camión. Desde entonces, el agente de seguros diplomado ha ido ampliando continuamente el negocio. Hace unos diez años se incorporó también su hijo Wieland. La plantilla fue creciendo, se sumaron más camiones y filiales en Sajonia-Anhalt, Turingia y Hesse, y se añadieron nuevos servicios.

Hoy por hoy, la empresa transporta todo tipo de mercancía, predominantemente para la construcción, pero no sólo para este sector: maquinaria sobre remolques de plataforma baja, productos a granel o en polvo en silos, bitumen líquido para fabricar asfalto en semirremolques de cisterna y asfalto recién hecho, todavía caliente, en volquetes de artesa basados en el Actros y dotados de aislamiento integral. Desde 2012, la cartera de actividades incluye un servicio de contenedores con centro de reciclaje para aprovechar escombros y desechos de obras. Marlene Rüdebusch dirige la sociedad creada a tal fin, que se ha bautizado con el nombre de Dreckspatz. Puede decirse que es una sociedad filial en el sentido más literal de la palabra.

«El ramo de la construcción es un sector muy dinámico. Por eso tenemos que estar siempre dispuestos a adaptarnos», afirma el jefe padre. ¿Inactividad? Ni pensarlo. Eso sí, antes de introducir nuevos servicios se sondea a fondo la demanda. «Cada vez hay más demanda de evacuación de escombros de excavación de obras.» El Arocs constituye un verdadero refuerzo para este tipo de tareas, que con frecuencia se desarrollan en terrenos difíciles. En función del resultado del análisis prescrito, la tierra excavada se traslada para su reciclaje o se lleva al vertedero. La empresa cuenta con la homologación requerida para realizar estos trabajos, en calidad de establecimiento especializado en la eliminación de residuos, y posee un vertedero propio. Esto demuestra que Rüdebusch es más que un simple transportista. «También elaboramos conceptos de eliminación de residuos y saneamiento, y nos ocupamos de la documentación pertinente», dice el jefe senior. «Con una empresa pequeña no estaríamos en condiciones de hacerlo.» Lo mismo puede decirse de la explotación de dos canteras de grava, almacenes propios y dos autoescuelas para todos los permisos de conducir, dirigidas por Inga Rüdebusch. Desde 2012 regentan la primera «estación de repostaje de hormigón» de Braunschweig y, desde 2013, instalaciones para preparar asfalto y balasto para vías férreas. «Queremos ofrecer a nuestros clientes el abanico completo de prestaciones.»

Desde hace muchos años, la familia Rüdebusch mantiene un medio de transporte poco común entre las empresas logísticas de su magnitud: una barcaza fluvial con casi 86 metros de eslora, llamada «Inga R.». «Esta embarcación circula por las vías fluviales alemanas y neerlandesas», afirma Wieland Rüdebusch. «Su ruta principal, con trayectos fijos, va del puerto de Braunschweig al de Hamburgo.» Puede transportar casi 1.400 toneladas de material a granel, como grava o gravilla de diabasa. Arne Buhle se dirige a la «Inga R.» a bordo de su Arocs rojo. Poco antes de anochecer eleva a golpe de botón la artesa de detrás de la cabina. Con un ligero susurro, la gravilla se vierte en el contenedor dispuesto junto al muro del muelle. A la mañana siguiente se cargará la mercancía con una grúa, y la «Inga R.» zarpará rumbo a Hamburgo, por el canal Weser-Elba, el canal lateral del Elba y el río Elba. El destino de la barcaza en la ciudad hanseática es una planta de mezclado de asfalto. Por su parte, la flota de Arocs volverá a ponerse en camino, muy probablemente sin pisar el asfalto.

www.ruedebusch-transporte.de

Fotos: Tom Roelecke


Descargado. El puerto de Braunschweig, a orillas del canal Weser-Elba, marca el final de la primera etapa en el transporte de gravilla del Harz.
Descargado. El puerto de Braunschweig, a orillas del canal Weser-Elba, marca el final de la primera etapa en el transporte de gravilla del Harz.
Embarcado. A bordo de la «Inga R.», la barcaza fluvial de los Rüdebusch, se lleva el árido mineral a Hamburgo.
Embarcado. A bordo de la «Inga R.», la barcaza fluvial de los Rüdebusch, se lleva el árido mineral a Hamburgo.

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