Transporte de alimentos: Enrique Ortiz y los girasoles

Economía & Logística

Guiado por el sol.

Enrique Ortiz transporta aceites vegetales envasados. Y disfruta tanto del recorrido como de los tiempos de descanso.

Campos de girasoles por doquier —Enrique nunca se cansa de admirar el espectáculo desde su Actros.


A través de campos de girasoles. Así comienza Enrique Ortiz su ruta. Cargado con 33 palets de aceite vegetal envasado se dirige desde Sevilla hasta Países Bajos. Le gusta mirar por el retrovisor cómo quedan atrás los amarillentos campos de plantas que giran sus flores al sol.Este sevillano lleva diez años trabajando para Transruiz, empresa especializada en el transporte de líquidos alimentarios —tanto a granel como envasados. Enrique transporta una amplia variedad de aceites vegetales: de girasol, de palma, de soja, de colza, de ricino y ¡cómo no! de oliva. “Me gusta recorrer Europa a bordo del Actros. Me siento libre”, dice.

Una vez que descargue en Amsterdam se dirigirá al puerto de Róterdam para cargar aceite de palma —utilizado en alimentación por su estado sólido incluso con elevada temperatura ambiente— que transportará hasta Barcelona donde lo distribuirá a empresas pasteleras y fabricantes de bollería.“La primera vez que entré al puerto de Róterdam me quedé sin aliento”, dice, “había oído que era el puerto más grande de Europa, pero no lo imaginaba tan enorme”. De eso hace ya tres años. Ahora Enrique se mueve en el puerto como pez en el agua.



Este sevillano suele recorrer unos 12 000 km al mes: “¡Con todas las comodidades!”, dice mientras acaricia el volante de su Actros con cabina GigaSpace. “Vale la pena hacer ruta internacional siempre y cuando el camión sea cómodo y seguro”, asegura, “no es fácil encontrar un camión que se conduzca con tanta facilidad, seguridad y dominio”. El Actros de Enrique está equipado con el sistema de alerta por cansancio: “Así mi novia duerme tranquila”, dice, “sabe que conduzco un vehículo todo lo seguro que la tecnología de hoy en día permite”. 

Con 2 500 mm de anchura y suelo plano, las generosas dimensiones de la cabina permiten a Enrique moverse cómodamente en el habitáculo y disfrutar de sus tiempos de descanso en ruta con el máximo confort: “Me siento como en casa”, afirma. En cuanto a la cama, amplia y cómoda, facilita a Enrique un sueño reparador. “Siempre me levanto como nuevo”, asegura.

Enrique aprovecha los tiempos de descanso más prolongados en ruta para visitar la ciudad en la que se encuentra. “El mes pasado visité las Casas Cubo de Róterdam y hace tres meses di un fantástico paseo en barco por los canales de Amsterdam”, explica. A sus 33 años, considera que “conocer mundo” es una de las grandes ventajas que ofrece este trabajo. “Cuando tenga ocasión me gustaría visitar el museo Van Gogh”, dice, “quiero ver de cerca la obra del pintor que ha hecho de los girasoles arte”.


Fotografías: Begoña Tremps

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