Siempre operativo, sin importar las condiciones climáticas: Andreas Huberty y su Antos 1833

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A partir de ahora, solo quedan treinta minutos.

Aviso urgente en Westerwald: Andreas Huberty nunca sabe qué es lo que le espera en un nuevo día de trabajo.

A veces solo son cinco y otras veces veinte avisos los que debe solventar Hubbi al día.


Nada más llegar al trabajo, Andreas Huberty es interrumpido cuando va a saludar al gato de la oficina. Los teléfonos suenan en los dos escritorios de al lado. La empleada de la oficina descuelga el teléfono. Al mismo tiempo, se ilumina el botón azul de la tableta de Andreas: «Aviso». Por teléfono se reciben los detalles del nuevo trabajo.

«Hubbi» —que es el apodo por el que se conoce a Andreas Huberty en el servicio de asistencia Müller— saluda con la cabeza a su compañera, que está sentada en el escritorio. «Yo me encargo», dice. Su dedo índice se mueve en dirección al display de la tableta: «Aceptar aviso». A partir de ahora, tiene treinta minutos de tiempo.

«Nos damos un máximo de media hora para llegar al cliente. Nadie debe tener que esperar más tiempo por el servicio de asistencia», comenta Andreas, de 49 años de edad, mientras le muestra a su compañera sobre el mapa el lugar en el que se encuentra parado el vehículo averiado. Después, se coloca enérgicamente su chaqueta y abandona la oficina en busca de su Antos.


En cuanto Hubbi acepta el aviso, el reloj empieza a correr. «El cliente no debe esperar más de treinta minutos».
En cuanto Hubbi acepta el aviso, el reloj empieza a correr. «El cliente no debe esperar más de treinta minutos».

Zona de operación: Westerwald.

Los cinco emplazamientos de la empresa de Hubbi cubren toda la región de Westerwald, incluida la red de socios de asistencia. Los clientes de 120 compañías de seguros de automóviles reciben la asistencia de Hubbi y sus compañeros en caso de averías, accidentes y fallos técnicos. A esto hay que añadir los avisos de la policía y del ministerio fiscal.

«A veces solo tengo cinco avisos en un día y en otras ocasiones debo salir veinte veces», comenta Hubbi. Especialmente, en los primeros días de frío y nieve del invierno es cuando más se necesita la ayuda de los hombres del servicio de asistencia. «Nunca sabes qué es lo que te espera en el día».

Da una vuelta alrededor de su nuevo Antos 1833, abre la puerta del conductor, sube, se abrocha el cinturón y pulsa el botón de arranque. El tiempo corre.


«El volumen de tráfico es cada vez más denso, por lo que también tenemos cada vez más trabajo».

– Andreas Huberty, «Hubbi», empleado del servicio de asistencia Müller.



Se busca a gente buena.

El emplazamiento de Müller en Montabaur se encuentra directamente en la A3, a mitad de camino entre Colonia y Frankfurt. Desde aquí se puede ver cómo se forman los atascos en la autopista en dirección al sur.

Andreas Huberty es el responsable de la sucursal y trabaja para la empresa desde hace 31 años. «Llevo aquí desde el principio», comenta mientras conduce el Antos hacia la salida de las instalaciones de la empresa. «El volumen de tráfico es cada vez más denso, por lo que también tenemos cada vez más trabajo». Por eso, el servicio de asistencia siempre necesita personas experimentadas con el permiso de conducir de camiones.

Hubbi mira brevemente el reloj. Ya han pasado cinco minutos desde que aceptó el aviso. El automóvil del cliente se ha parado y ya no arranca. Esa es la información de la que dispone.


Técnicamente al día.

Tras dejar atrás varias localidades, el combi de color negro está parado en el arcén de la carretera. Empieza a caer aguanieve. Hubbi se ríe: «Típico de Westerwald. Para hoy no se preveía lluvia ni nieve. Y ahora tenemos ambas cosas».

Saluda al cliente con un apretón de manos. El conductor del combi está relajado, solo lleva esperando 15 minutos. «Veamos qué podemos hacer», dice Hubbi, que intenta arrancar el vehículo. El motor de arranque gira, pero el vehículo no arranca. Abre el capó y repasa rutinariamente los puntos de su lista de comprobación. Tanto él como sus compañeros deben estar al día en todas las cuestiones técnicas. Antes de incorporarse al servicio de asistencia, Hubbi completó una formación como mecánico de automóviles.

Hubbi sube de nuevo al automóvil. El motor sigue sin querer arrancar. La conexión del equipo de pruebas tampoco le ayuda a dar con el problema. No son las bujías ni tampoco la batería. La correa dentada también está bien. «En el 48 por ciento de los casos conseguimos solucionar el problema, pero si la avería se encuentra en la electrónica, lo único que podemos hacer es remolcar el vehículo, ya sea hasta el taller, a la casa del cliente o a las instalaciones de nuestra empresa».


El Antos ni siquiera percibe la carga de turismos normales. Es capaz de cargar vehículos de hasta seis toneladas de peso.
El Antos ni siquiera percibe la carga de turismos normales. Es capaz de cargar vehículos de hasta seis toneladas de peso.

Un momento clave.

Remolcar el vehículo solo es cuestión de cinco minutos: Hubbi atornilla el gancho al combi, se dirige al Bordmatik del Antos y baja la plataforma. Ahora, el torno tira del vehículo hasta situarlo sobre el camión. Después, Hubbi se asegura de que el conductor, que guió el combi hasta la plataforma, ha engranado una marcha y puesto el freno de mano. «También es muy importante asegurarse de que la llave no esté en el vehículo». Algunos vehículos se bloquean automáticamente y, sin llave, esto es un problema.

Hubbi necesita cuatro correas para el combi. En los compartimentos guardaobjetos laterales del Antos hay unas veinte correas diferentes. Mientras busca las correas adecuadas y las coloca en el vehículo, nunca deja de vigilar la carretera. Trabajar tan cerca de la carretera no está exento de peligros. Sobre todo ahora, en la estación más oscura del año, los conductores podrían no verle. «Por eso nunca salgo sin ropa reflectante», añade. Coloca las correas de sujeción con cuidado alrededor de las llantas y las amarra con fuerza. ¡Listo!


Hubbi solo necesita cinco minutos para amarrar el vehículo y dejarlo sobre la plataforma del Antos, listo para partir.


Misión cumplida.

Regresamos a las instalaciones de Müller en Montabaur. «El Antos ni siquiera percibe la carga de turismos normales», señala Hubbi sentado de forma relajada en la cabina del Antos mientras acelera. El camión utiliza sus 240 kW (326 CV) de forma óptima. De vez en cuando mira por el espejo retrovisor para asegurarse de que las correas siguen tensas. Todo en orden.

El camión entra en la propiedad de la empresa. De momento, el combi permanecerá aquí porque su propietario tiene prisa. Hubbi mira el reloj. Apenas han pasado 45 minutos desde que aceptó el aviso.

El invierno en Westerwald probablemente le presentará tanto a él como a sus compañeros muchos otros desafíos. Al menos, eso es lo que ha demostrado la experiencia. «Veremos qué nos depara», dice Hubbi con una sonrisa. Al fin y al cabo, ya lleva unos cuantos años en el oficio.


Fotos: Alex Kraus

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