Transporte de hormigón en espectacular paisaje: Diego Pascual y su Arocs 3740
RoadStars acierta
Diego Pascual vive y trabaja con vistas a la cordillera pirenaica. Sus intereses: la montaña y el Arocs.
“Esa cima que parece estar rodeada de un collar rocoso es el pico Collarada”, dice Diego Pascual, “es una dura ascensión, pero las vistas valen definitivamente la pena”. Especializado en el transporte de hormigón desde hace veinte años, Diego vive y trabaja a pie del Pirineo aragonés. “Me considero muy afortunado, aquí tengo todo lo que me gusta: la montaña y mi Arocs”.
Paisaje espectacular y animales singulares.
Oriundo de Sabiñánigo (Huesca), Diego habla maravillas de la comarca: “Tiene algunos de los paisajes más espectaculares de la Península ibérica y una impresionante riqueza de fauna y flora”, dice. ¿Un ejemplo? En esta zona todavía pueden verse osos pardos, aves como la perdiz nival, el águila real o el halcón peregrino, y alberga además la mayor población de quebrantahuesos de Europa. “Un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza”, asegura.
Aire fresco y contacto con la gente.
Precisamente, lo que atrajo a Diego del transporte de obra fue el poder estar a diario al aire libre. “Son recorridos cortos —por el carácter perecedero del hormigón— no pasas demasiado tiempo solo en cabina, tanto en la carga como en la descarga coincides con gente y a mí me gusta el trato humano”, añade.
Técnica y diseño atractivos.
¿Por qué un Arocs? “Porque a lo largo de dos décadas de experiencia jamás nadie me habló mal de Mercedes-Benz”, asegura. Y añade que la principal cualidad del Arocs es su fiabilidad. “Cuando un camión entra en un taller, lo que sale caro no es la factura a pagar por el servicio recibido sino el tiempo que deja de trabajar ese vehículo y por tanto de generar beneficios”.
Uno de los detalles que más le gusta del modelo son las rejillas de acero protectoras de los faros. “Son un claro ejemplo de que se trata de un camión robusto desde las ruedas hasta el techo de la cabina”, afirma.
Tras siete años fuera, regresa a su región.
Diego no se cansa del paisaje de su comarca sobre todo porque no siempre ha podido disfrutar de él. “Cuando llegó la crisis tuve que irme a trabajar allí donde había trabajo para mí y para mi camión”, dice. Diego pasó dos años en Galicia, cuatro en el País Vasco y uno en Barcelona.
Actualmente carga hormigón en una planta a las afueras de Sabiñánigo para la reforma de la carretera N-330 a su paso por Monrepós. Realiza unos cinco viajes al día y en cada uno de ellos carga aproximadamente siete metros cúbicos.
Desde la planta de hormigón donde carga, se observan perfectamente las cimas nevadas de la cordillera pirenaica. “No cambio estas vistas por el mejor despacho del mundo”, concluye.
Fotografías: Begoña Tremps
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